Recoleta | Mauro Rojas
Hay que estar cerca del hogar a la hora
de perder el tiempo
hay que estar cerca cuando el barrio
se vuelva desierto
y los desocupados se hagan fantasmas,
fantasmas las botellas, fantasma la basura
del pasaje, fantasmas las conversaciones,
y los trabajos de los que están mirando la calle
los que están mirando la tierra
son igual.
Parece que tenemos el sol en la boca
parece que el sol se escondió del verano
y del sol se escapa la enfermedad
y los discursos y las imágenes.
Santiago se murió ayer para él,
ya no hay más solicitaciones
ni más empresas, ni más ventas
todavía ella cría un niño
todavía ellos juegan
Él va a un lugar a vender, él va a vender
su trabajo, su espalda,
pero es el calor el que está aquí,
y él dice: ¿para qué son los huesos
sino para gastarlos?
¿para qué es la vida sino para trabajar o celebrar?
¿para qué es vivir sino para morir?
Ellos nacen en Recoleta y ellos
celebran en sus pasajes,
silencio de lo que envejece y música de siempre,
no hay muerte a la cual huirle
y no hay riqueza que buscar.
Entre esa emoción ellos se besan
y hacen el amor
los borrachos juegan y lloran
los flaites roban en las tardes
los viejos duermen
y los niños se tocan.
de perder el tiempo
hay que estar cerca cuando el barrio
se vuelva desierto
y los desocupados se hagan fantasmas,
fantasmas las botellas, fantasma la basura
del pasaje, fantasmas las conversaciones,
y los trabajos de los que están mirando la calle
los que están mirando la tierra
son igual.
Parece que tenemos el sol en la boca
parece que el sol se escondió del verano
y del sol se escapa la enfermedad
y los discursos y las imágenes.
Santiago se murió ayer para él,
ya no hay más solicitaciones
ni más empresas, ni más ventas
todavía ella cría un niño
todavía ellos juegan
Él va a un lugar a vender, él va a vender
su trabajo, su espalda,
pero es el calor el que está aquí,
y él dice: ¿para qué son los huesos
sino para gastarlos?
¿para qué es la vida sino para trabajar o celebrar?
¿para qué es vivir sino para morir?
Ellos nacen en Recoleta y ellos
celebran en sus pasajes,
silencio de lo que envejece y música de siempre,
no hay muerte a la cual huirle
y no hay riqueza que buscar.
Entre esa emoción ellos se besan
y hacen el amor
los borrachos juegan y lloran
los flaites roban en las tardes
los viejos duermen
y los niños se tocan.
Mención Honrosa del Concurso de Poesía 2008 "Ciudad y Memoria", de Revista El Puñal.
Comentarios
Amanda