Bagual de Felipe Becerra | por Roxana Miranda R.
El Desierto da cuenta de un pueblo donde las ánimas, cabezas, esqueletos son parte del sueño y de lo real. El Desierto se constituye espacio de silencios y de gritos, espacio de hipnosis desde el cual surge un personaje al cual llaman Doctor Tormento; al que Carlos, esposo de Rocío, traslada desde Pisagua a Coquimbo. El desierto entonces es la metáfora de la dictadura, del terror, la pesadilla, el espanto. Espacio en que penan las almas huachas de una sociedad, de un país abortivo.
En quechua "huacho" significa surco, hendidura que se hace con el arado en la tierra. Antiguo surco abierto por el madero que penetraba la pachamama. Surco-sexo dibujado por la marca del instrumento o el órgano con rostro, que penetraba hendiendo la tierra para la anidación de los frutos conocidos en la oralidad de su tiempo, de su nombre y su nación originaria.
La conquista del nuevo mundo se consumó a través de la penetración de la tierra india por el arado sin rostro de hierro(...) El fruto fue calificado de "ilegítimo" en la lengua de las leyes latina queriendo decir con ello que se trataba de un ser "no cierto", "no genuino", "no verdadero". (...) En suma, huacho e ilegítimo fue el doble apelativo dado a aquellos niños abandonados o no reconocidos por su padre, concebidos como entes sin dios ni ley, esto es como extranjeros o "bárbaros".
(Illanes. En línea)
A modo de testimonio, los angelitos huachos comienzan a contar su historia, la historia de la madre. Comienzan a penarnos desde otro mundo, que es también otro territorio, el territorio de lo incierto. Pues, el am ó espíritu , cuerpo invisible transparente que sale caminando del muerto, no descansa y conduce a las víctimas hacia el territorio del Renu donde les causa estados de alucinación. Comparando estos detalles de la novela Bagual con la cultura mapuche, debo agregar que el Renu es un territorio que no existe, puede ser cualquier lugar en el cual la persona y/o animal (niño, perro) es tomada por espíritus en un encuentro que se denomina trafentun.No te hará daño que les confesemos lo que te pasó. Y a nosotros nos va a hacer muy bien. Vas a ver, mami, ya no vamos a llorar más, ya no vamos a rasguñarte por las noches ni vamos a machacar tu cabeza como queriendo que te abras de par en par (Becerra 11)
La protección no está representada en Bagual por la Iglesia ni por Cristo, el Cristo más bien, es un castigador, un monstruo que da miedo. El mediador entre Cristo, la mami y los niños es el niño indígena devorador de corazones. La protección es la Luna, la Ñuke Ale, allí donde descansan los espíritus de los antepasados, la misma que determina los ritmos de la tierra y de la vida.
Situamos entonces al narrador en el no-lugar, espacio ritual desde el cual nos habla y nos cuenta su historia que es también la historia del niño indígena que frente al auto se le atraviesa a la mamá; y es también la historia de los perros salvajes que acompañan a los niños. Cada niño tiene un perro y ,ellos, los niños dudan de que todo esto sea un sueño de los perros, una alucinación, un espacio del renu en donde animales, pájaros, peces, niños y almas se encuentran poseídas de espíritus maléficos que causan delirios, enajenamientos, tormentos, recuerdos, luces de una vida anterior:
Flotamos ahorcados por cordones como la serpiente más tremenda. Y se nos ocurre que esta historia sea el sueño de algún perro en la locura. Pero en cuanto lo pensamos resurgen desde el fondo de la sombra las risitas de la mami (…). El silencio aquí es lo que más duele. Y tú lo sabes, madre. Por eso dinos algo, cualquier cosa. Dinos al menos que tu lengua se ha hecho un nudo (…) una palabra que alimente nuestra sangre que la ahoga este cordón y se pone más y más amoratada” (Becerra 115-116)
Bibliografía
Becerra Felipe. Bagual. Editorial Zignos. Perú: 2008.
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