UNO sólo.
El que duele,
el que sufre
cuando se ha avecinado el destino sobre mí
y me he replegado, silenciosamente.
Mi corazón, yo, mí mismo, se quiebran
Mientras los pedazos suben
por mi garganta.
Arde mi rostro
Arde mi frente
No consigo llorar.
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Un abrazo.