El arma en la maceta
Esto es parte de un ejercicio que planteó Rodrigo. La idea era hacer una narración con palabras escogidas al azar, luego darle a esa narración los distintos tonos: imperturbable, dubitativo e interrogativo. las palabras escogidas fueron: libélula, neumático, velocidad, leña, hostal, maceta, arma, perdón, sólo y freno.
Tono imperturbable
Mientras cambiaba el neumático bajo la lluvia pensaba en el arma que había dejado enterrada en la maceta del hostal. En cuanto volviera se desharía de ella, le dejaría el prendedor de libélula, que llevaba siempre en el bolsillo del abrigo, a Gisela.
Terminado el arreglo partió a toda velocidad por la carretera rural, la lluvia había recrudecido, entonces pensar en la leña encendida en la estufa, lo hacía no querer tocar el freno.
Tono dubitativo
Cuando cambió el neumático bajo la lluvia, pensaba si el arma todavía estaría enterrada en la maceta del hostal. Si así fuera podría deshacerse de ella, aunque quizá el jardinero habría removido la tierra, para darle vida al rododendro plantado ahí.
Tal vez le hubiese pedido perdón a Gisela, pero no sabía si regalarle el prendedor heredado de la abuela, tal vez sería necesario, Gisela no le hubiese perdonado haberla dejado en ese hostal, lo del arma estuvo bien.
El auto partía a toda velocidad. Por la mañana podría ser sólo un mal recuerdo, lo peor ya habría pasado y pensar en la chimenea encendida en la recepción de aquel viejo hostal, casi lo hacía no tocar más el freno.
Tono interrogativo
¿Cuándo había cambiado antes un neumático bajo la lluvia? Sólo sabía que nunca antes había enterrado un arma en la maceta de un hostal ¿Sería necesario deshacerse de ella? El jardinero era nuevo y trataría de remozar todas las flores.
Se preguntaba si recibiría el perdón de Gisela, después de todo la había dejado libre en aquel hostal, a voluntad de irse cuando quisiera ¿Le regalaría el prendedor de oro que ella siempre admiró?
Por fin había cambiado el neumático y subió al auto ajustándose el abrigo en la parte del cuello, pensó en las frías manos de Gisela, tratando de cortar su respiración en un intento fallido ¿qué habrá pensado en sus últimos momentos? ¿Habría pasado ya lo peor?
Pensar en la habitación temperada lo hacía preguntarse si quería apretar el freno para disminuir la velocidad.
Mientras cambiaba el neumático bajo la lluvia pensaba en el arma que había dejado enterrada en la maceta del hostal. En cuanto volviera se desharía de ella, le dejaría el prendedor de libélula, que llevaba siempre en el bolsillo del abrigo, a Gisela.
Terminado el arreglo partió a toda velocidad por la carretera rural, la lluvia había recrudecido, entonces pensar en la leña encendida en la estufa, lo hacía no querer tocar el freno.
Tono dubitativo
Cuando cambió el neumático bajo la lluvia, pensaba si el arma todavía estaría enterrada en la maceta del hostal. Si así fuera podría deshacerse de ella, aunque quizá el jardinero habría removido la tierra, para darle vida al rododendro plantado ahí.
Tal vez le hubiese pedido perdón a Gisela, pero no sabía si regalarle el prendedor heredado de la abuela, tal vez sería necesario, Gisela no le hubiese perdonado haberla dejado en ese hostal, lo del arma estuvo bien.
El auto partía a toda velocidad. Por la mañana podría ser sólo un mal recuerdo, lo peor ya habría pasado y pensar en la chimenea encendida en la recepción de aquel viejo hostal, casi lo hacía no tocar más el freno.
Tono interrogativo
¿Cuándo había cambiado antes un neumático bajo la lluvia? Sólo sabía que nunca antes había enterrado un arma en la maceta de un hostal ¿Sería necesario deshacerse de ella? El jardinero era nuevo y trataría de remozar todas las flores.
Se preguntaba si recibiría el perdón de Gisela, después de todo la había dejado libre en aquel hostal, a voluntad de irse cuando quisiera ¿Le regalaría el prendedor de oro que ella siempre admiró?
Por fin había cambiado el neumático y subió al auto ajustándose el abrigo en la parte del cuello, pensó en las frías manos de Gisela, tratando de cortar su respiración en un intento fallido ¿qué habrá pensado en sus últimos momentos? ¿Habría pasado ya lo peor?
Pensar en la habitación temperada lo hacía preguntarse si quería apretar el freno para disminuir la velocidad.
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