Déjame shorar...
Recuerdo esa tarde. Habíamos pasado todo el sábado estudiando y nos escapamos hacia cualquier lugar fuera de la casa y los libros. Yo conducía. El sol estaba detrás de nosotros, por lo que el reflejo golpeaba el retrovisor. La luz intensa en mis ojos me hacia mirar con sospecha. Gonzalo iba sentado junto a mí, Vilma estaba en el asiento de atrás.
-Guau Marce, nunca me había fijado en el color de tus ojos! - exclama Gonzalo. En el neumático, una piedra golpeaba el pavimento.
-Es que nunca me miraste bien -contesté mientras esperaba en medio de la calle con la luz izquierda de viraje parpadeando. Entramos al estacionamiento del mall que estaba repleto. Antes de encontrar un lugar, perdimos un estacionamiento bien ubicado que una vieja nos robó, a pesar de haberlo esperado con luces parpadeantes y todo. Echamos mil maldiciones y esperamos que bajara del vehículo, pero no lo hizo.
Queríamos comer hamburguesas y subimos por el espacio frío ambientado como un hall gigantesco. En la fila del patio de comidas, Gonzalo me habló.
-Nunca me había fijado en el color de tus ojos- yo pensé que eso ya lo había dicho antes.
-Nunca me miraste bien. - Debe ser un dejà vu.
-Qué color será ese? -quiso saber. Su rostro demostraba que era una información que estaba tratando desesperadamente de conseguir.
-No lo sé.
Con nuestras bandejitas de comida chatarra nos dirigimos a las mesas redondas donde ponen muchas sillas y las grandes bandejas apenas caben. Comimos sin hablar. El resto del patio de comidas lo hacía por nosotros.
En el momento del postre Gonzalo se quejó de que le ardían los ojos. Deboraba su hamburguesa con ojos carnívoros.
-Me arden los ojos - exclamó arrugando la cara.
-Yo ando con gotitas -dice Vilma registrando su cartera.
-Siempre me tengo que echar gotitas en los ojos porque tengo un problema - dijo Gonzalo.
-¿Qué problema?
-Un problema con los lagrimales.
-¿En serio? Nunca había escuchado eso.
-Bueno, en realidad tengo un ojo normal y en el otro tengo dos lagrimales pero uno esta obstruído.
Las filas del patio de comida seguían igual de largas.
-...Este ojo tiene el lagrimal bloqueado, y el otro que sí funciona termina en la garganta
-¿Cómo?
-Sí, este ojo esta bloqueado -dijo él metiéndose un dedo en el ojo rojo y luego lo deslizó hacia su cuello-. Tengo un lagrimal aquí. Me han hecho muchos estudios.
Me imagé los experimentos con Gonzalo y sus minutos de sufrimiento, las pastillas y los médicos. El sol golpeaba mi rostro iluminando mis ojos diabólicamente.
-O sea, ¿podríamos decir que a veces tienes una lágrima en la garganta?
Gonzalo volvió a mirarme con esa cara de odio y sorpresa que me daba a veces, pero esta vez miró mi boca sonriente. Mis dientes resplandecían con el sol.
-Sí, así es -respondió.
Vilma que había estado sin decir palabras se rió brevemente. Mientras las filas en el patio de comidas crecían, en el mall oía la música de aquella inolvidable canción, aunque tal vez yo me lo imaginé.
Nos fuimos pronto, pues Gonzalo dijo que le cargaban los malls y le cargaban las hamburguesas. De regreso a casa, el sol golpeaba mi cara haciéndome llorar.
-Guau Marce, nunca me había fijado en el color de tus ojos! - exclama Gonzalo. En el neumático, una piedra golpeaba el pavimento.
-Es que nunca me miraste bien -contesté mientras esperaba en medio de la calle con la luz izquierda de viraje parpadeando. Entramos al estacionamiento del mall que estaba repleto. Antes de encontrar un lugar, perdimos un estacionamiento bien ubicado que una vieja nos robó, a pesar de haberlo esperado con luces parpadeantes y todo. Echamos mil maldiciones y esperamos que bajara del vehículo, pero no lo hizo.
Queríamos comer hamburguesas y subimos por el espacio frío ambientado como un hall gigantesco. En la fila del patio de comidas, Gonzalo me habló.
-Nunca me había fijado en el color de tus ojos- yo pensé que eso ya lo había dicho antes.
-Nunca me miraste bien. - Debe ser un dejà vu.
-Qué color será ese? -quiso saber. Su rostro demostraba que era una información que estaba tratando desesperadamente de conseguir.
-No lo sé.
Con nuestras bandejitas de comida chatarra nos dirigimos a las mesas redondas donde ponen muchas sillas y las grandes bandejas apenas caben. Comimos sin hablar. El resto del patio de comidas lo hacía por nosotros.
En el momento del postre Gonzalo se quejó de que le ardían los ojos. Deboraba su hamburguesa con ojos carnívoros.
-Me arden los ojos - exclamó arrugando la cara.
-Yo ando con gotitas -dice Vilma registrando su cartera.
-Siempre me tengo que echar gotitas en los ojos porque tengo un problema - dijo Gonzalo.
-¿Qué problema?
-Un problema con los lagrimales.
-¿En serio? Nunca había escuchado eso.
-Bueno, en realidad tengo un ojo normal y en el otro tengo dos lagrimales pero uno esta obstruído.
Las filas del patio de comida seguían igual de largas.
-...Este ojo tiene el lagrimal bloqueado, y el otro que sí funciona termina en la garganta
-¿Cómo?
-Sí, este ojo esta bloqueado -dijo él metiéndose un dedo en el ojo rojo y luego lo deslizó hacia su cuello-. Tengo un lagrimal aquí. Me han hecho muchos estudios.
Me imagé los experimentos con Gonzalo y sus minutos de sufrimiento, las pastillas y los médicos. El sol golpeaba mi rostro iluminando mis ojos diabólicamente.
-O sea, ¿podríamos decir que a veces tienes una lágrima en la garganta?
Gonzalo volvió a mirarme con esa cara de odio y sorpresa que me daba a veces, pero esta vez miró mi boca sonriente. Mis dientes resplandecían con el sol.
-Sí, así es -respondió.
Vilma que había estado sin decir palabras se rió brevemente. Mientras las filas en el patio de comidas crecían, en el mall oía la música de aquella inolvidable canción, aunque tal vez yo me lo imaginé.
Nos fuimos pronto, pues Gonzalo dijo que le cargaban los malls y le cargaban las hamburguesas. De regreso a casa, el sol golpeaba mi cara haciéndome llorar.
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Nota aparte: mon amie, c'est "dejà vu", Ça veut dire 'ya visto' (participio pasado. "Vous" corresponde al pronombre personal usted/es.