Esto
Texto e ilustración de Amanda Espejo
Él no sabe de esto.
Tampoco tiene que saberlo.
Él no ha escuchado las voces
a lo más, ha sentido sus pasos
ha dudado un instante
luego…
los gatos
o el viento.
Él no intuye sus formas
(por añadidura)
él no percibe las mías
las de antaño
las de niña.
Él no es mi padre.
Tampoco tiene que serlo.
Él no bebe como yo las horas
ni va grabando en su piel
la angustia de los segundos.
Él no lo sabe, no entiende
y no tiene por qué hacerlo.
Él no ha dislocado sus vértebras
ni sangrado sus arterias.
Él no huye del espejo.
Él no ha visto sobre sí
los esbozos del pintor:
la fiebre de sus azules
o sus soles amarillos.
Él no ha encontrado esos ojos
en el fondo de los suyos.
Tampoco es que deba hacerlo.
Él… un espejismo de fe
en medio de mi tormenta
de mis cruces
de mi pena.
Él está allí, blindado,
bien pronunciado su nombre
y apuntalado su espíritu
entre tierra y cielo.
Yo,
(y él lo sabe)
surco
carencia
temblor
extravío
orfandad
y tinieblas
sigo hilando las palabras
para el crudo lino de mi mortaja.
Tampoco tiene que saberlo.
Él no ha escuchado las voces
a lo más, ha sentido sus pasos
ha dudado un instante
luego…
los gatos
o el viento.
Él no intuye sus formas
(por añadidura)
él no percibe las mías
las de antaño
las de niña.
Él no es mi padre.
Tampoco tiene que serlo.
Él no bebe como yo las horas
ni va grabando en su piel
la angustia de los segundos.
Él no lo sabe, no entiende
y no tiene por qué hacerlo.
Él no ha dislocado sus vértebras
ni sangrado sus arterias.
Él no huye del espejo.
Él no ha visto sobre sí
los esbozos del pintor:
la fiebre de sus azules
o sus soles amarillos.
Él no ha encontrado esos ojos
en el fondo de los suyos.
Tampoco es que deba hacerlo.
Él… un espejismo de fe
en medio de mi tormenta
de mis cruces
de mi pena.
Él está allí, blindado,
bien pronunciado su nombre
y apuntalado su espíritu
entre tierra y cielo.
Yo,
(y él lo sabe)
surco
carencia
temblor
extravío
orfandad
y tinieblas
sigo hilando las palabras
para el crudo lino de mi mortaja.
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ÉL NO BEBE COMO YO LAS HORAS
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